sábado, 22 de octubre de 2011

EL REY DE NUEVA YORK


DIEGO MORILLA
ESPN.com


Uno de ellos se está quedando en el peso más bajo que puede lograr para esta pelea. El otro está subiendo al peso más pesado de su carrera de 12 años.
Pero cuando se termine la pelea de este sábado en el WaMu Theater del Madison Square Garden en Nueva York, uno de estos dos peleadores (o ambos, dependiendo de cómo luzcan durante el combate) continuarán sus carreras en sus respectivas divisiones habiendo renovado su derecho a hacer alarde de superioridad en los pesos más bajos del boxeo, e incluso a haberse ganado un puesto más alto en los listados de los mejores peleadores libra por libra en el mundo.
Peleando por primera vez en los Estados Unidos, Omar Narváez (35-0-2, 19 KOs), dos veces campeón mundial y ex peleador olímpico para su Argentina natal, enfrentará el mayor desafío de su carrera cuando choque ante el tres veces campeón y actual miembro de la élite libra por libra Nonito Donaire (26-1, 18 KOs), con dos títulos de peso gallo en juego. Hay mucho en juego para ambos púgiles en este interesante choque entre dos zurdos de mucha clase que son tan hábiles y astutos como cualquier otro peleador del nivel más alto en el pugilismo actual.
"Va a ser muy duro, y él es muy experimentado" comentó Donaire recientemente sobre su rival, que ostenta el récord de mayor cantidad de defensas de un título mundial entre todos los campeones mundiales de origen argentino, con 16 defensas de su título mosca OMB. "Pero ahora que estoy listo, mi concentración está en derrotar a Narváez y eso es todo. Estoy concentrado en ganar, y eso es todo lo que tengo en mente".
Y es que en esta victoria (casi descontada de antemano por muchos observadores, a pesar de los extensos pergaminos de Narváez y de su amplia trayectoria como campeón invicto) descansa gran parte del futuro no solo de la carrera de Donaire, sino de los destinos del boxeo en las divisiones inferiores.


Con un estilo atractivo y un finísimo boxeo, transitando por divisiones plagadas de talento, con un físico que podría llevarlo algún día hasta los pesos ligeros y una creciente fanaticada que excede los límites (de por sí amplios) de su comunidad filipina, Donaire tiene por delante el desafío y el compromiso de transformarse en uno de los boxeadores de élite en el futuro a mediano plazo en lo que respecta a convocatoria multitudinaria, dada la avanzada edad de sus compañeros en la cima de esa lista como Sergio Martínez (36 años), Floyd Mayweather (34) y su compatriota filipino Manny Pacquiao, que a pesar de sus jóvenes 32 años tiene ya más de una década y media como profesional en durísimas batallas. Y a diferencia de ese grupo de boxeadores que no encuentra el modo de lograr combates entre sí para dirimir finalmente la superioridad de uno u otro, Donaire tiene la ventaja de transitar divisiones en las cuales sus potenciales rivales parecen más dispuestos a negociar combates de alto vuelo entre ellos.
“ Va a ser muy duro, y él es muy experimentado. Pero ahora que estoy listo, mi concentración está en derrotar a Narváez y eso es todo. Estoy concentrado en ganar, y eso es todo lo que tengo en mente. ” -- Nonito Donaire
Quizás el único impedimento para esos posibles enfrentamientos entre los cuales pueden nombrarse a Jorge Arce, Wilfredo Vázquez, y eventualmente Yuriorkis Gamboa o Juan Manuel López (si es que el boricua logra recuperarse tras su derrota ante Orlando Salido) es el excesivo celo de la empresa Top Rank, dueña del contrato de Donaire, que tiene la desagradable costumbre de sobreproteger a sus boxeadores más redituables. Donaire ya hizo un intento por alejarse de esa empresa pero su circunstancia contractual se lo impidió, y solo resta ahora ver qué tipo de choques puede conseguir Bob Arum en el futuro para que Donaire concrete su ambición de superioridad en los pesos bajos con triunfos que lo proyecten hacia la posteridad.
Pero antes de eso, Donaire tendrá que sortear un escollo que puede llegar a resultarle más difícil de lo esperado. Porque el argentino Narváez es un púgil probado y de una movilidad muy peculiar sobre el ring, que hace que sea muy difícil lucir bien durante sus combates. La alta tasa de conexión del sudamericano, aunada a su buena puntería, completan un panorama que podrían darle problemas a cualquier campeón de su división y otras aledañas. Pero lo cierto aquí es que Narváez, con sus 36 años a cuestas, ya no cuenta con los atributos físicos que lo transformaran en el único sobreviviente invicto de una clase olímpica que incluyó a boxeadores como Brian Viloria, Iván Calderón y muchos otros. La falta de pegada de Narváez es un claro problema ante un púgil como Donaire, de 25 años de edad y en medio de una racha de 10 nocauts en sus últimas 11 victorias, porque cualquier plan de pelea ante el filipino debe incluir una potencia lo suficientemente respetable como para quitarle movilidad aplicando golpes al cuerpo y desgastarlo anímicamente con algún que otro puño bien colocado.
Pero quizás la prueba más contundente de que Narváez estará mordiendo un hueso demasiado grande y duro este sábado en Nueva York es su reciente desempeño ante el puertorriqueño César Seda, un boxeador alto, zurdo, con respetable pegada y gran movilidad que le dio todo tipo de problemas en una defensa reciente, y que lo exigió al máximo para lograr una ajustada victoria por puntos con un ligero gustillo localista. Donaire, también zurdo, igual de alto, con mejor boxeo y dos puños explosivos, seguramente repita la receta del boricua y se imponga con comodidad.
Más allá del resultado, empero, está claro que este es el choque esperado para Narváez, quien ha quedado marginado de los grandes combates en su división debido a un número de factores. Finalmente, en lo que podría ser el comienzo del tramo final de su carrera, Narváez finalmente podrá exhibir sus dotes ante un púgil de primerísimo nivel, y su premio por sobrevivir doce asaltos y perder por menos de cinco puntos sería un renovado impulso a su carrera, que le abrirían el camino a pleitos redituables que premien su entrega y su trayectoria con buenas bolsas. La victoria para el argentino es una posibilidad lejana pero no descabellada, y de darse lo pondría en el centro de una división vibrante y llena de buenos rivales en la que podría descollar.
Los ingredientes están en su sitio para un choque que promete buen boxeo de principio a fin, y una demostración del talento de dos púgiles que han logrado mucho en las divisiones inferiores en un momento en el que se aprestan a encarar nuevos desafíos. Del desarrollo de este combate, y en menor medida del resultado del mismo, tendremos elementos de juicio para saber qué les espera a ambos en su futuro.